EL CÁNCER Y EL DESEO DE SER MADRE

Sin saber muy bien el por qué, algunas personas desarrollan un deseo difícil de reprimir incluso en circunstancias difíciles, en las que otras lides pasan a la primera posición; El deseo de compartir una existencia larga o corta, quién sabe, con esos locos bajitos del maestro Serrat, alienta el anhelo ser padres, sin oficio ni experiencia, aún a sabiendas, como dice Joan Manuel, de que nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós.

Os dejo la experiencia de esta perla mi consulta que nadó y nada contra corriente.

– EL CÁNCER Y EL DESEO DE SER MADRE –

“Si hay algo que me dolió más que la palabra METÁSTASIS (sí, esa palabra que siempre aparecía en mi cabeza en mayúsculas) era el “NO PODER SER MADRE”.

En una misma semana, mi oncólogo me daba sin duda las que serían, las dos peores noticias de mi vida. Dos noticias que tenía que afrontar, y no sabía ni por dónde empezar…

El tiempo pasaba, y por suerte mi enfermedad respondía bien al tratamiento, pero en el fondo no me importaba, me había arrebatado la oportunidad de ser madre, y ese dolor no me lo podía quitar nadie.

Fueron tiempos difíciles, donde sentía que la vida de los demás continuaba mientras la mía se había estancado, tiempos en los que cualquier palabra de ánimo para mí, no tenía consuelo, palabras de alivio que hacían incluso más daño que el propio silencio, tiempos en los que a pesar de estar rodeada de las personas que más quieres, llegas incluso a perder las ganas de vivir.

Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero yo no lo sentía así, la mía seguía abierta, el deseo de ser mamá. Hasta que llega un momento en el que te das cuenta que una vez que tocas fondo, ya sólo queda poquito a poco, ir subiendo hacia arriba, y así fue. Me empujo hacia arriba, pensar que la maternidad para mí sería algo difícil pero no imposible.

Fue entonces cuando comencé a informarme acerca de la Gestación Subrogada, ese mundo tan fascinante y a la vez tan desconocido (aún recuerdo la cara de asombro de mi marido…), entendí que en mi caso era la única opción que tenía para cumplir mi sueño y fue ahí cuando comencé a recuperar la ilusión, tenía un motivo muy importante por el que luchar y no pensaba rendirme.

Hablé con mi médico y le conté la aventura que íbamos a empezar, gracias Juan por tu apoyo, por animarme a luchar por cumplir mi sueño, por empujarme a realizar el que sería sin duda el viaje más importante de nuestras vidas. Gracias por creer en mí. Siempre me dices que con mi mirada sabes ver lo que me pasa, yo en tus ojos vi aquel día cariño, ánimo y esperanza. Gracias de corazón.

Sin duda, todo ha sido una experiencia indescriptible, dónde sólo a los que nos ha tocado de cerca podemos entender. Conocimos un país maravilloso y gente maravillosa que estaban pasando por lo mismo que nosotros, personas que entendían con creces por lo que estábamos pasando y que no nos cuestionaban por ello. Gracias a esas personas que nos acompañaron en el camino de la gestación subrogada.

Los meses iban pasando y todos ellos venían cargados de buenas noticias, ¡todo iba bien y nuestra pequeña estaba en camino! Aún no había nacido, pero ya sentía lo mucho que la quería.

21 de junio, llegó el verano y con él llegó ELLA, aquella personita que, sin saberlo, me acababa de hacer la mujer la feliz de la tierra, había recuperado la sonrisa, y por supuesto las ganas de vivir.

Gracias a mis padres y hermanas por su amor incondicional.

Gracias a mi marido, por ser mi compañero de vida, mi gran apoyo y mi gran amor.

Gracias a la mujer gestante de mi hija, la persona que le dio la vida y a la que le estaré eternamente agradecida.

Y gracias a mi pequeña, por ser la luz que me ha devuelto la vida.

Hoy puedo decir que estoy libre de enfermedad, que no sólo he ganado la batalla al cáncer sino a la vida, ya que nunca perdí la esperanza de alcanzar mi sueño, que siento cumplido cada día cuando la veo y me llama MAMÁ”.

Juan de la Haba

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