DEL LIBRO «CÓMO VENCER EL CÁNCER»

Me contaba ésto, mi amigo y paciente después de pedirle unas letras para mi libro.

“No imaginaba que me iba a costar tanto sentarme para contar mi experiencia en positivo. Pasados dos años puedo decir que todo en lo que piensas en el momento del diagnóstico es muy confuso, y el gran descubrimiento en este tiempo es que, a medida que pasa el tiempo, compruebas que a pesar de la operación y el tratamiento consigues hacer tu vida…”

En la consulta suelen ser relativamente frecuentes comentarios como «… con todo se aprende en la vida, con esto también…», «… pensaba que no iba poder aguantarlo…» «…quién me lo iba a decir a mí en tratamiento de quimioterapia, sin pelo y divirtiéndome como antes…» o «… ¿puedo ir a la playa durante el tratamiento o tomar una copa de vino si salgo a cenar con unos amigos?…».

Una realidad tan sólida como la crueldad en la que en ocasiones se desarrolla la enfermedad, es que la vida continúa después del diagnóstico, y que ciertas personas, pacientes y familiares dotados de una manera especial de ser, aprenden a continuar viviendo, no desde la resignación, sí desde el asentimiento. Son capaces de vivir los días, semanas, meses, años o el resto de su vida, con la misma intensidad o más que muchos de los que nos llamamos a nosotros mismos sanos.

Continuaba diciéndome… “Ahora disfruto mucho más de los que me quieren, de las pequeñas cosas que antes llenaban mi día a día y que no percibía. Valoro mucho más a las personas por lo que son, me gusta exprimirlo todo, degustar el momento. Estoy y soy. Es lo único que realmente importa. Mi enfermedad me ha descubierto que ante todo quiero y deseo vivir, pero que vivir no es tiempo: que vivir es amar y trabajar por todo aquello en lo que uno cree”.

Si en el viaje que representa la vida de cada uno de nosotros, la enfermedad es la noche oscura, es cierto que en ésta, el silencio y la reflexión se desarrollan en ocasiones con una mayor profundidad y veracidad. En una de las múltiples noches por las que todos pasamos en nuestro viaje vital, conocer su realidad desde el punto de vista científico, y descubrir el lado humano de la convivencia presentando el lado menos conocido pero igualmente veraz: el de la experiencia positiva nos puede ayudar.

Juan de la Haba

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