MARISOL ROMERO
Hace ya algo más de tres años, mi vida dio un vuelco, como si de un tsunami se tratará y desde entonces todo ha cambiado. La enfermedad me enseñó a apreciar las pequeñas grandes cosas de la vida, a sentirme enormemente querida, a ser agradecida, a disfrutar de cada momento. Contar con un enorme batallón de soldados y un maravilloso capitán siempre a mi lado me sirvió y me sirve de gran ayuda.
Me gustaría compartir una anécdota que me acompaña siempre que cuento mi caso. Una vez que la enfermedad tenía nombre y apellidos y sabíamos de su alcance, tratamientos y demás, en la visita con mi oncólogo, gran profesional y mejor persona Juan de la Haba, llevaba un papelito con todas mis dudas … curiosamente en ningún momento le pregunté por mi pelo, ni por otra serie de dudas a priori más importantes… me preocupaba si podía ir a conciertos y si me podía tomar un helado!!! A lo que me contestó sin titubear ni un segundo y con una gran sonrisa, que no solo debía de ir, que debía cantar y bailar! Y así fue, con los daños colaterales de los tratamientos a cuestas disfruté de los mejores conciertos de mi vida.
La enfermedad me ha quitado una parte de mi cuerpo pero también me ha dado mucho. Me ha enseñado a disfrutar más de la vida y de los míos, en definitiva, me ha enseñado que a pesar de los tsunamis, soy inmensamente afortunada.
Marisol.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!
Deja una respuesta Cancelar la respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Eres una campeona y un ejemplo nunca pierdas esas sonrisa q te caracteriza
Besitos
Marisol, sin duda que nos ha dado una lección de vida. Te quiero amiga