JUANA SÁNCHEZ
Hola, tengo 45 años y hace dos años me diagnosticaron un cáncer de mamá, la sensación fue devastadora, hasta que llegas a la consulta y tu oncólogo te dice que es «tratable y se puede controlar» en ese preciso instante pensé en como quería vivir la enfermedad y como quería que la vivieran los que estaban a mi alrededor, con lo cual me propuse normalizar el proceso al máximo.
Y comencé con el tratamiento, un año duro entre quimioterapia, cirugía y radioterapia, pero solo fue eso, un mal sueño en el que desaparece además del pelo, tu energía, pero siempre con una actitud positiva y esperanzadora.
Durante los seis primeros meses me mantuve activa, el trabajo fue mi mejor terapia. Después de cada sesión me quedaba en casa y a la semana mi cuerpo se recuperaba e intentaba mantenerme todo lo activa que mi cuerpo me permitía. En este primer tramo del tratamiento utilizaba la peluca sólo para ir a trabajar, el resto del tiempo a cabeza descubierta y con una sonrisa, es extraño pero me sentía poderosa… y la gente sí, te mira con una expresión indefinida, pero creo que es por desconocimiento.
Después vino la cirugía y la radioterapia, en esa fase mi cuerpo estaba agotado, por lo que decidí quedarme en casa y descansar todo lo posible… Una vez terminado todo el proceso, exactamente un año, empecé a recuperar mi energía.
Un año después sigo con mis revisiones trimestrales y siendo muy consciente de lo importante que es normalizar esta enfermedad, de hecho, cuando me cruzo con alguien que esta pasando por ello… Calva, con pañuelo, con peluca, con sombrero… le dedico una gran sonrisa.
Toda mi fuerza para aquellas que han pasado o están pasando por algo similar, no olvidéis que pase lo que pase, lo importante es con que actitud lo vivimos.»
Juana Sánchez.
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