CAROLINA LINARES
A los cuarenta años me operaron de un cáncer de mama, quimio, radio…y como no, pérdida del pelo. Me dijeron que a los quince días de la primera sesión se empezaría a caer el pelo. Así fue, y hacía un viento terrible aquél día. Yo iba a hacer un examen a la UNED, y junto a los apuntes de repaso llevaba un foulard, por si…. Recuerdo que me caían mechones sobre la página de aquel examen de economía.
Por la noche, en casa, una vez que mi hija de casi tres años dormía, mi marido me rapó la cabeza, momento “heavy”. Después de esto vinieron seis meses de pañuelos de colores en la cabeza, barra de labios y maquillaje, siguiendo la recomendación de una amiga, “la brocha siempre en el bolso”, me decía.
A mi hija le había preparado el terreno: “este pelo se me va a caer porque ya no me sirve”, y ella me preguntó al verme “¿ya no tienes pelo”. Yo le contesté, no, ¿quieres ver mi cabeza? Y ella respondió que no. A los dos días estábamos almorzando y me dijo “mamá quiero verte, quítate el pañuelo”. Le recordé que no tenía pelo, e insistió, me quité el pañuelo y empezó a llorar diciendo no, no, no quiero, no quiero… Pasaron tres días en los que no me podía acercar a ella, ni acostarla, ni bañarla… Pero al tercer día las dos cantábamos y bailábamos una canción sobre el “pelo calvo” a voz en grito. Más tarde ella quería pañuelos para la cabeza como los de su mamá. Todo se normalizó inmediatamente.
Hoy tengo pelo, pero sigo luchando con la enfermedad, ya crónica. Entre sesión y sesión hago planes para viajar. Llevo una vida normal, hago lo que me gusta. Comparto el tiempo con quien quiero, y mi hija, ya adolescente, todavía recuerda riendo cuando cantábamos aquello de “me gusta andar de pelo calvo”
Carolina Linares.
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