PERFORMANCE
Una lectura dramatizada de un texto creado para la ocasión por la periodista y escritora Ana Espino, interpretado por la actriz Irene Lázaro en el que las protagonistas dan un paso al frente y en un momento de la lectura desnudaron sus cabezas para mostrarse ante al público asistente CALVAS y BELLAS. Este se convertiría en uno de los momentos más emocionantes del acto de presentación.
PALABRAS PARA ELLAS
Un día me levanté de mis sueños y al mirarme en el espejo me encontré con mi miedo.
Al principio no lo reconocí. Me habían hablado de él, claro…sabía que se presentaría, que no me daría permiso y pasillo para seguir sin su presencia. Que me liaría la vida para tratar de cambiarla, de virarla en un giro brusco que me hiciera perder mi sur cálido…
Respiré. Todo lo hondo que pude. Alcé la barbilla, abrí los ojos y las expectativas y lo miré con calma.
Seguí respirando. Cada vez con más entusiasmo, que mi coraje dio con la clave para no titubear…
Sonreí. Soberbia, con recelo, de medio lado, con el desparpajo intacto…torpe, decidida, brava, bravísima…en paz en algún instante de aquella marabunta de sentires sé que estuve.
Fue cuando me toqué aquella calva extraña que era mía. Que lo sería por el tiempo que duraría el menjunje agrio que había venido para curarme.
Pasé la mano con mucho cuidado, como si pudiera hacerme daño aquél paso por la piel extraña que de repente tocaba…y que sí, que era mía…
Piel virgen, lisa, limpia de las inclemencias del paso del tiempo que se había hecho dueño del resto de mi piel…luego, al poco, cuando vi que no pasaba nada, que mi mano se acostumbraba a ese roce, alargué la otra y me acaricié la calva.
Con las dos manos. Con las lágrimas cayendo. Con la sonrisa a punto para despedir la pena que en este instante y a partir de ahora me sobraría. Que así lo decidió mi valentía por seguir siendo lo que fuera que fuese en ese preciso momento.
Con la ironía susurrándome que se quedaba en la retaguardia para cuando la necesitara.
Con la guasa preparada. Que el humor es el amor con el que uno mira los contratiempos…
Me acaricié con ternura.
Con decidida ternura. Con abrumadura ternura.
A mí. A lo que seguía siendo después de perder el pelo…YO. Rotundamente YO. Sin más cambio que las cicatrices que hubieran venido a decirme que el tiempo de lamentos se había acabado. Que los YA y los AHORA llegaron para quedarse.
Me toqué sin que me temblaran las ganas de vida. Las mismas que tenía antes de todo…no, espera…distintas…GANAS EN SUPERLATIVO. GANAS EN LUMINOSO INFINITO…
Y en eso, el pelo, “el no pelo” no era estorbo para no serlo.
Entonces fue cuando decidí que si había llegado hasta aquí no era para achantarme, ni para esconderme, ni para disimularme…
No. No lo era.
Salí a vivir. Queriendo que todos me mirasen como lo había hecho yo…Sin vergüenza, sin temor, sin lástima…Que se siguieran enfadando conmigo si metía la pata, que me abrazasen sin avisarme, que me preguntaran por cómo estaba sin rodeos, que me mirasen a la cara sin bajar los ojos…que me quisieran los que me querían antes, que me dieran paso en sus vidas los que se merecieran que yo estuviera, que yo, por supuesto, soy un regalo
Hoy toca que nos veáis.
Como estamos cuando nadie o cuando pocos están delante nuestra.
Hoy toca dar las gracias a todos los que nos han querido de protagonistas. A todos los que no han dudado ante nuestras dudas. A todos los que han empezado a querernos a través de los paseos por las horas de conocernos…Hoy toca que nos quedemos con las ganas por esta maldita pandemia, de abrazarnos, de besarnos…Eso también y es sin duda, lo que más lamentamos, podéis creerlo…
Hoy toca que aprendáis a sonreír con nosotras.
Hoy toca que seáis parte de nuestra historia.
Ana Espino · 19 de Octubre de 2020